La naturaleza del subconsciente, que se encuentra en la profundidad del yo, es estar programada por las impresiones que recibe. Las impresiones se deben o al pensamiento del individuo mismo o a las influencias que él o ella recibe del entorno y de los demás o la influencia del yo superior. Las influencias más decisivas a diferencia de todos, son las del espíritu, del yo superior, que está asociado con el estado básico de conciencia, la voluntad.
La hipnosis se divide en autohipnosis y heterohipnosis. La primera se induce por la misma persona hacia su cuerpo, bajo la influencia de su pensamiento, y la segunda por el efecto del hipnotizador sobre el hipnotizado, que se vuelve receptivo.
En la autohipnosis, la técnica que se enseña implica cuatro etapas. En la primera etapa, el estado de la hipnosis se activa en el cuerpo del practicante, y en la segunda etapa, se activa el sueño consciente, que el individuo observa. Luego, en la tercera etapa, en este sueño, el practicante introduce una visión, que es el resultado de la inspiración del segundo estado básico de conciencia, la voluntad, y en la cuarta etapa activa todo este sueño, para ser emitido por las células del cuerpo. Durante el entrenamiento, si el individuo se desempeña satisfactoriamente en cada etapa, entonces esta técnica se desempeña significativamente.
La técnica de autohipnosis se utiliza para expresar situaciones en nuestras vidas a través de la programación de nuestro yo más profundo y para explorar los sueños que se nos ocurren. En particular, es muy útil en la planificación de nuestra propia profundidad para que podamos llevar a cabo nuestros sueños de manera más efectiva, lo que está relacionado con la proyección de la conciencia extracorporal.
Si la persona ha sido entrenada en autohipnosis, y si así lo desea, también puede entrenarse en técnicas de hetero-hipnosis.