Terapia Espiritual

El terapeuta con la concentración de su atención, a través de su intención y utilizando la perspicacia, puede contribuir a restaurar la salud, tanto la física como la mental. Después de haber practicado la atención onírica y usado su concentración, se pone en contacto con los niveles más profundos del cuerpo, del alma y del espíritu del paciente. De esta manera, a través de la conciencia del terapeuta, las partes más profundas de la persona que han sido oprimidas y aún no se han expresado, pueden expresarse y al mismo tiempo nutrirse con la energía que el terapeuta extrae de la fuente espiritual. La terapia espiritual es la forma más poderosa de terapia porque trata la causa.

A cualquier persona que se esté formando y practicando la autoconcentración, sin necesariamente tener un problema ni un trastorno de salud notable, se recomienda realizar la terapia espiritual una vez al mes. Incluso si hay algún problema leve, entonces la misma frecuencia puede ser suficiente. Sin embargo, si el problema es más grave y no disminuye con la primera aplicación de la terapia, se recomienda repetirlo con cierta frecuencia, especialmente si la persona no practica técnicas de autoterapia y fortalecimiento interno, como las descritas en el sistema de formación de la Alquimia del Cuerpo. Si el problema persiste, la persona debe cuidarse con otros métodos apropiados, además de la terapia espiritual, incluso si los síntomas molestos desaparecen con la primera sesión.

Esta terapia no requiere la presencia física del individuo, aunque es preferible. Es imprescindible que el paciente permanezca inmóvil durante una hora durante el tratamiento, ya sea presente o a distancia.

Con la terapia espiritual, el individuo puede fortalecerse y armonizarse en cualquier nivel de su existencia.